Vivir al límite, disfrutar
lo que se hace, hacerlo por la simple razón de que es maravilloso
experimentarlo, hacerlo bien hecho, vivirlo con cuerpo y alma, sentir la
acción, llegado el límite continuar, sacar esa fuerza adicional que llevamos
dentro, y a pesar de lo difícil de continuar, seguir por amor propio, no mirar atrás,
sino avanzar cuál alpinista en búsqueda de la cima, esa es la enseñanza de este
fin de semana.
Viendo el cisne negro, y en
la mañana la final del abierto de Australia, pude concluir que estamos aquí
para vivir aquello por lo que fuimos creados, que está en nosotros descubrir nuestra
razón de existencia y luego de ello, vivir en pos de ello.
Que si es nuestra religión,
vivir en el día a día nuestra adoración, no para los demás sino porque es la
experiencia que engrandece nuestro existir, si es nuestro trabajo, hacerlo con
la felicidad de quien se sirve de él, si es un arte en particular, llevarlo a
expresar el lenguaje del alma, que se vuelve palabras, melodías, figuras,
imagen o sentimiento.
Correr, caminar, trotar, no
importa como se haga lo importante es avanzar, cada quien a su ritmo y con el
convencimiento de que se hace lo que se hace por que se encontró el motivo, y
de paso eliminar las ganas de competir por rivalidad, el único adversario a
vencer es y ha sido siempre nuestro otro yo, inclusive el ser humano le
construyo una imagen, bien vs mal, Diablo vs Dios, no existe tal, aunque suene
falso, cada quien lo descubrirá en su momento, nuestro legado es eterno, y
estamos en el comienzo de la maratón universal.
Solo puedes saber aquello
que tanto has buscado, las respuestas llegan para el alma inquieta, la lucha
interna te hará saber, un mundo tangible se desase en la mente de quien desea
trascender, encontrarás una nueva visión del mundo, empezarás a ver lo que
otros no pueden o no quieren ver.
Pero solo lo vive quien así
le nace…