Una
piedra acercándose al creador le pregunta:
Señor,
¿porque me pusiste en el camino de los hombres?, si estos cuando no prestan
atención al caminar siempre tropiezan conmigo, resbalan y caen, luego de
algunas maldiciones, se levantan y emprenden nuevamente su camino.
El
señor de todas las cosas, sabiendo que las piedras no hablan se vale de la
imaginación para hacerlas hablar y por medio de tan magnánima herramienta le
contestó:
Tras
cada tropiezo, los caminantes del camino pedregoso se vuelven más atentos a
cada acontecimiento de su diario trajinar y con ello evitan nuevas caídas,
además que cada error deja una huella imborrable que hace de esta herramienta
de enseñanza, una herramienta inmejorable, solo los tontos caen dos veces en el
mismo abismo.
Los
únicos que siempre van a acertar son los sabios, por ello son tan escasos en el
camino pedregoso, siempre van un paso delante de las dificultades gracias a su
perspicacia y a que caminan con los ojos bien abiertos, nunca se distraen de
sus objetivos y cuando el sendero se hace peligroso, se sientan a la orilla del
camino a estudiarlo para encontrar la mejor manera de sortear las diarias
dificultades.
La
piedra viendo tan loable servicio que prestaba a los hombres, decidió ser más
paciente con los hombres y hacer oídos sordos a los insultos que a diario
recibía de su parte tras cada tropiezo, en el fondo solo eran aprendices camino
a graduarse de sabios.
Ragde 47