La
hermosa Valentina iba caminando con unos hermosos y limpios patines, ¡cuando!..
-
¿No.
no. no?
-
Está
bien
La
hermosa Valentina iba caminando con unos feos y sucios patines, cuando en la
vera del camino se encontró con un ratoncitooo…
-
¿No.
no. no?
-
Bueno
era un elefanteee…
-
¿Tampoco?
-
Un
perrito
Era
un lindo y tierno perrito con anchas y largas orejas, era súper pequeñito,
estaba en una canastica de mercadooo…
-
¿No.
no. no?
-
Entonces,
estaba sobre una vieja teja rota
El
pobre perrito, había pasado la noche sobre una vieja teja rota, el frio lo
tenía angustiado y por eso aulló cuando vio a Valentina llegar.
Valentina
enternecida lo alzó de tan nefasto lugar y lo arropó con sus brazos de
algodónnn…
-
¿No.
no. no?
-
Bueno
está bien, los brazos eran suaves como la seda
Con
sus fuertes brazos de seda, lo alzó y se lo llevó para su casa. La pequeña niña
iba contenta y feliz, cuando en la puerta de su casa se encontró con un señor
refunfuñónnn…
-
¿No
era refunfuñón?
-
Entonces
era serión del verbo más serio
Eso,
ese señor de la puerta era su padre, aunque
viejo y achacosooo…
-
Bueno,
achacoso no es la palabra y ¿viejo tampoco?
-
Joven
aún, y algo desganado
Su
padre miró el objeto de su felicidad y le dijo:
-
Mi
niña hermosa, si deseas quedarte con ese perrito, primero debes preguntarle a
tu mamá, recuerda que ella es la mala del paseooo…
-
¿No.
no. no?
-
Bueno,
es la buena del paseo
La
pequeña se dirigió a la sala de su casa y le dijo a su mamá:
-
Mami,
¿me dejas tener de mascota este hermoso perrito?
Ella,
la sonrisa permanente de cada día, le dijo:
-
Por
supuesto mi vida, si tanto lo quieres, ven a la cocina y le damos de comer
porque el pobre parece que ha sufrido bastante.
Desde
aquel día, la pequeña Valentina y el perrito de nuestro cuento, vivieron fabulosas
aventuras…
Ragde 47