Tal vez el hecho de aceptar la vida como viene,
incluyendo a la amiga de la guadaña, el no luchar contra lo inevitable, el no
prologar la vida más allá de lo convenido, el no aferrarnos a esta vida
sabiendo que lo que viene puede ser mejor, nos lleva a enfermarnos y morir sin
más.
Mientras que las personas que viven una enfermedad tras
otra, y que llegan a prolongar la vida inclusive más allá de lo humanamente
posible, a veces malviven. Pues el hecho de acudir constantemente al médico, de
restablecerse y volver a sucumbir ante la enfermedad, les da horas extras, sin
embargo no por ello bienestar de vida, se aferran a esta vida, aunque ella no
sea tan buena con sus cuerpos, con su mente o con su espíritu.
Ta vez malvivan renegando de la vida, del creador, con
una búsqueda innecesaria de un porqué, cuando también es sensato aceptar una
derrota, cuando la medicina solo prolonga y no mejora la calidad de vida.
Probablemente el creador no esté de acuerdo, pero él
tampoco está de acuerdo en la guerra, en la muerte violenta, sin embargo existen, porque somos libres de actuar o de
dejar que la vida trascurra sin actuar, porque la muerte hace parte del acto
como actuación final…
…para los que se quedan, el que se va continuará si así
está convenido, si así lo desea, y si así está escrito en el porvenir de los
días, de lo contrario desaparecerá, como finalmente desaparecerán los malos
recuerdos en la mente finita de un cuerpo material.
Nos moriremos primero porque no hacemos nada por mejorar
nuestra condición física, no anticipamos el golpe, lo enfrentamos cuando ya nos
duele en la cara, sin embargo tampoco le colocamos paliativos mara mejorar,
dejamos que el tiempo sea curación o muerte (cuando la cosa no es tan fuerte,
no es necesario el dolor, ni por expiación o valentía).
Como espíritus aparentemente poco combativos, nos
dedicamos a vivir de acuerdo a nuestra particular manera de ver la vida, a
veces solitarios a veces acompañados, a veces ensimismados, tan ensimismados
que parecemos entes en estado de locura.
Y finalmente la nefasta o inevitable (según se mire)
muerte llega, para unos y para otros…
Ragde 47