Algunas mujeres hablan mal de sus exparejas sentimentales, de los padres
de sus hijos, pero si yo me acuesto con un demonio, el demonio termino siendo
yo.
¿Por qué?, porque si yo como ser humano libremente decido estar con una
persona (aunque me engañe) en la intimidad,
me hago responsable de mis actos, sabiendo quien es de acuerdo a mi particular
manera de reconocer a los demás seres humanos y si no he sabido distinguir un
demonio de un ángel, el equivocado voy a ser yo.
No es que las personas cambien, el engaño se da en la mente del
engañado, suavizando asperidades hirientes, que luego son realidades
intratables.
Un ángel trata bien a las personas, porque hace parte de su manera de
ser, un demonio por el contrario causa dificultades en su trato, porque también
hace parte de su manera de ser, y va por la vida causando penalidades, sin
importarle consecuencias.
Al final, ángeles y demonios somos todos, cuando egoístamente hacemos
aquello que nos place sin mirar consecuencias en los demás…
Edgar 47
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