Uno comienza a ser deshonesto con la vida cuando no
agradece nada, cuando se tiene de todo y no se agradece a la creación, al
creador o a cuantos nos acompañan en este trasegar por la existencia.
Cuando no se han tenido grandes necesidades y aun así
no arrodillamos nuestro ser para ponderar lo recibido, terminamos errando, ya
que egoístamente pretendemos ser absolutos beneficiarios de los que nos llega a
diario, sin pensar en los demás.
Si nuestro nacimiento se hizo dentro de una familia,
amable, respetuosa, con suficientes bienes para mantener nuestra existencia a
su lado, para darnos suficiente conocimiento de la vida y de la que ha de
venir. No ha sido un azar del destino, sino que muchos factores hicieron que
esto fuese así, ya sea por ordenamiento creacional, por leyes biológicas, por
ambientes regulados o controlados.
El hecho es que a otros les va a tocar más difícil, y
si no lo vemos, tal vez nuestra vida llegue al final de la misma sin ninguna
utilidad, pues nuestro compromiso seguirá siendo con nosotros y los demás serán
relegados al cuarto de los olvidados.
Cada vez que procuramos algo para otro ser, estamos
entendiendo la existencia de un ser que lo es todo y que nosotros somos parte
similar de aquel conjunto que conforma ese gran ser.
Así mismo si robamos aquellas cosas que no
necesitamos, pero vemos la necesidad en otros, convertimos nuestra vida en una
vida dañina para el conjunto de seres y probablemente, por justicia humana, por
crecimiento espiritual, por discernimiento de los creadores de la vida,
terminemos pagando o compensando al todo para resarcir nuestras faltas, como
única manera de seguir existiendo.
Edgar 47
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