Una pirámide llamada vida...

En la pirámide de la vida se encuentran cuatro caminos, cada uno es vislumbrado desde la perspectiva individual del observador. Cada camino sin embargo conduce desde su inicio hasta el mismo final, siempre y cuando se quiera ascender por él. Mientras el caminante no desista podrá algún día estar en la cima.

Está el camino de la derecha, camino que está fundamentado en la tradición de las cosas, el status quo. Quienes transitan por él, desean que los demás obedientemente lleguen a él, sin preguntas, sin cuestionamientos, aferrándose única y exclusivamente a la voz del pasado, entregada por los antepasados, no hay nada que cambiar, porque el mundo siempre se ha movido gracias a la conservación de las ideas de la época en que se camina.

El camino contrario se encuentra a la izquierda, por allí transitan quienes aferrados al cambio constante, van buscando imponer cada idea surgida en la abstracción del pensamiento individual, pensamientos que llevados a la masa, confunden a quienes viajan a la derecha. Se viaja en libertad, entendida como el desarrollo del individuo, las exigencias tienden a ser individuales, ya que ninguno está dispuesto a ceder su individualidad. Son promotores de grandes ideas, sin embargo, la tradición promulgada por los caminantes de la derecha, tiende a mostrarles que el cambio es aceptable siempre y cuando sea compartido por ellos.

Hay quienes después de haber caminado por la derecha y la izquierda de la pirámide, desisten en su empeño de obstaculizar el camino de los otros, así que emprenden su propio camino y viajan por el camino central, son observadores, pensadores meticulosos, que saben que aunque en la derecha y la izquierda viajan grandes hombres y mujeres, si las dos maneras de caminar no se hacen una, se seguirá haciendo difícil el camino de quienes necesitan un guía en el transitar de la pirámide de la vida.

Por último existe un reducido número de caminantes que encontraron un camino que el ojo humano no alcanza a ver, está más allá de la propia materia, es el camino trascendente, aquello que no ha de verse, que sin embargo esconde lo mejor de la vida, para caminar por allí, debe haberse recorrido los otros tres caminos, para así entender que por más razón que se tenga, nunca se tendrá toda la razón, quienes viajan por allí han emprendido un viaje espiritual, que aunque en los otros caminos es promulgado en los púlpitos de las distintas religiones, está cercado por la uniformidad que enfrenta toda religión, lo cuál la hace intolerable a las demás religiones. Muchos de sus libros “sagrados” han sido generadores de muerte, gracias a la defensa radical que individuos que rayan con el fanatismo han tratado de imponer.

El camino trascendente, tiene la dificultad, que quienes emprendan el viaje, van a dejar de ser huella en el mundo, la introspección del mismo, tiende a aislarlos del mundo que los rodea, su búsqueda no se ve por que es hacia dentro, como aquél camino no es visto por los demás, no es comprensible para ellos, la razón les dificulta su visión, es por ello que este camino es poco transitado, “dejar de ser para empezar a ser”, dejar el individualismo característico de todo humano, para empezar a ser el todo espiritual, cuya idea yace en la palabra “DIOS”. Cuya meta está en la cima. Al final como conclusión “Todos los caminos conducen a la cima-DIOS, el mejor camino el del interior”…