No importa
como funcione, lo importante es que funcione. En una relación de pareja los
involucrados no deben estandarizarse, ni establecer roles inamovibles que
puedan obstaculizar el buen funcionamiento de su relación de pareja.
Al ser
personalidades diferentes las involucradas en cada relación, el establecer un
rol de hombre; hombre que trabaja, da el sustento para la casa, es el fuerte,
el de carácter, el líder, el cabeza de familia y de mujer; sumisa, obediente,
cuidadora de los hijos, administradora del hogar, la consejera pero no la que
toma las decisiones, podría malograr una relación amorosa.
Mejor sería
establecerlo en términos de 1 y 2, donde no interesa quien sea el uno o el dos,
sino la disposición de engranar un sistema familiar que funcione para ellos
dos. No copiar, porque puede que no aplique para los dos, si funciona que la
mujer trabaje y el hombre vea por el hogar, que importa la crítica de una
sociedad machista, si en el hogar todos están tranquilos y aportando.
Si funciona
el liderazgo de la mujer, que importa que se menosprecie la valía de ése
hombre, si para ésa mujer con la que convive es un hombre inmejorable. Por qué
escuchar voces murmuradoras que pueden dar todo al traste, si en tu hogar todo
funciona bien.
Por el
contrario si es en el hogar donde hay inconformidad por uno o los dos miembros
de la pareja, hay que buscar ayuda o nueva distribución de funciones para
obtener un mejor resultado en el buen convivir. Pero es a ellos a quienes
compete la búsqueda de alternativas para implementar dentro de su relación.
Como seres
relativamente diferentes, lograr que un hogar funcione, requiere de animosidad
y compromiso serio para que todos los miembros del hogar tengan bienestar y
trato digno entre todos.
El hogar de
nuestros padres ya no es ejemplo a seguir, entendiendo que la mujer en estos
tiempos desarrolla y cumple otras funciones en nuestra sociedad, habría que hacerle
cambios y mejoras si es que se quiere imitar.
