Lo valioso de la amistad, yace en su aproximación al
yo…
Adolfo creció a la sombra de su
gran amigo, ya que era Jesús quien le prestaba los trabajos escolares, quién le
adelantaba sus cuadernos cuando no copiaba los dictados en clase, en
contraprestación, Jesús recibía salvaguardia cuando compañeros de estudio
querían abusar a golpes de él, ya que era físicamente uno de los más débiles.
En el desarrollo de sus años
juveniles, su amistad se afianzó, cuando en cierta ocasión, Jesús salvó del
ahogamiento en una de las quebradas del pueblo a Adolfo, pues en una de sus
peripecias habituales cayó mal en un clavado y quedó inconsciente, de no
ser por su compañero de travesías, uno
de nuestros personajes no hubiese seguido con vida.
En las tardes se reunían con
varios compañeros de estudio y hablaban durante horas, varias veces hablaban más de la cuenta, pues
cierto gusto juvenil por la vulgaridad y las cosas indebidas, hacían las
conversaciones más jocosas, de acuerdo a su entendimiento sobre el humor.
Los noviazgos no se hicieron
esperar, aunque Jesús menos entrador con las mujeres, tenía que ver
constantemente como Adolfo enamoraba a las muchachas que a él le gustaban, y
todo esto, porqué él no se atrevía a abordarlas con la soltura con que Adolfo
lo hacía.
En un comienzo, esto representó
dificultades en la amistad de los dos, pero tras una conversación abierta,
Adolfo adoptó una medida sana, preguntar antes de conquistar, esto con el fin
de que Jesús, no se sintiera herido.
En alguna que otra ocasión,
terminaron compartiendo novia, con visitas a escondidas a la mujer amada, pero
a sabiendas de los dos, con ello terminaban haciendo apuestas a ver quién era
capaz de lograr llegar más allá de los simples besos. Nunca pelearon por esta
circunstancia, los dos disfrutaban cada encuentro y lo hacían más, cuando lo
contaban al otro.
En el colegio, fueron muchas las refriegas en las que se involucró
Adolfo, por eso las cicatrices en su rostro eran la marca imborrable de las
batallas más complicadas y en las que tuvo que ser auxiliado. Sin embargo,
parte de su encanto y de su buen haber amoroso yacía en este hecho, pues por
alguna razón, el corazón femenino veía con buenos ojos a quienes podrían
volverse delincuentes juveniles. Tal vez el mal es más atractivo por la
volatilidad que lo envuelve en su desarrollo, los días nunca son iguales o
monótonos.
Así trascurrieron los días,
hasta que finalmente se vieron frente a frente con la graduación como
bachilleres. Jesús tenía proyectos hacia el futuro, al contrario, Adolfo no
había planificado su porvenir, ni él, ni sus padres podrían asegurarle un cupo
en alguna Universidad de la capital Colombiana; por parte de él, ya que perdió
el examen del ICFES, indispensable para poder aspirar a ingresar a las mejores
carreras y sus padres, ya que no existía ningún ahorro que pudiera facilitarle
el ingreso en alguna Universidad privada.
Los padres de Jesús, más
precavidos, habían ahorrado durante años, para que sus hijos ingresaran a la
Universidad pública, y teniendo en la capital un tío por parte de su padre,
Jesús viajó a emprender sus estudios superiores. Adolfo tuvo que estrellarse
con la realidad…
Ragde 47