Un bonito
traje, una hermosa caja mortuoria, muchos conocidos, una cara pálida, una
ceremonia religiosa pomposa, muchos elogios, y tal vez se lleve al otro lado de
ésta vida, un alma vacía…
Solo digo,
solo especulo, al no ser millonario no cuento con la experiencia en vida
propia, pero si puedo analizar la manera en que viven.
Y como viven
los más amados, los más odiados. Indiferentes a las necesidades de ésa mayoría
que cohabita en el planeta. Y tal vez me equivoque en mi manera de enjuiciar, y
quizá me tenga que tragar mis palabras escritas, pero si soy sincero, no
concibo una buena manera de ser prospero sin quitarle oportunidades a otros
seres humanos, porque no se comparte, porque no se cultiva el bienestar
general.
Y no son
regalos los que necesitan los necesitados, son oportunidades de realizarse como
personas, como comunidades, como familias. No es necesario que les extraigan
los recursos que los rodean y no les queden avances sociales en su rededor.
Cada vez que
realizan una buena obra, recogen una rebaja de impuestos, un reconocimiento
social que ensalza su ego y por lo mismo no son muy creíbles sus buenas
acciones.
Se olvidaron
de su niñez cuando necesitaron de otra mano para crecer, y pierden la
perspectiva, al no ver que en su vejez van a volver a necesitarla y que el
dinero o la riqueza no consigue lealtades sinceras hasta el final, ni de sus
hijos, ni de sus subalternos.
Serán
rodeados, de flores, de coronas, de elogios en su funeral y la tumba vacía de
vida, por muy hermosa, estará tras los años en la podredumbre o la incineración
de la carne que un día cubrió lo valioso a ser llenado, el odre de la vida, su
propia alma.
No hay
llanto ni rezo que valga, lo que fue, lo que se hizo será el cuentakilómetros
de verdad, de belleza, de bondad, de acciones de vida y la tristeza o la
alegría serán los testigos fidedignos de la vida llevada…
Ragde 47
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