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Alguien me dijo:

"Todo lo que pasa en la vida tiene una razón de ser, Dios no deja nada al azar"

...así mismo dile a los que están en la película contigo, que no todo fue planeado así, pero la idea general está plasmada en cada experiencia vivida, que el Dios del amor, que controla su creación no sabe del error, no puede equivocarse porque dejaría de ser quien es...

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viernes, 18 de septiembre de 2015

ENDILGANDO CULPAS



No estamos dispuestos a asumir la culpa de nuestros actos, ya sea por nuestra pasividad, en momentos de dificultades o en nuestros buenos tiempos.

Echar culpas, y no asumir las propias, nos llevan a enfrascarnos en un limitado racionamiento en donde el agua sucia es producto de la mala vibra del vecino, del descuido de este hacia nosotros y por ende, todo nos pasa a causa de otros.

La enfermedad que nos aqueja fue culpa de aquel que me dio, me hizo, me dijo, cuando quien hizo, quien recibió, quien se apropió, fue uno mismo. No tengo trabajo porque la sociedad me limitó, mis padres no me educaron, mis amigos me dejaron, y ni se piensa en que las oportunidades están incluso para quien le apuesta a vivir del trabajo de otros, dígase mendigo, el pobrecito, el incapacitado mental, el mantenido, el vago por convicción.

En los días de gloria somos glotones, despilfarradores, aprovechados, hiper-orgullosos de nuestra condición humana, y a causa de este proceder en la vida, terminamos minando algunas facultades humanas, que racionalizándolo, vienen a ser causadas por nuestra manera de haber hecho las cosas.

No son castigos divinos, causales ajenas, no es que la vida la haya tomado contra nosotros, la realidad es que no fuimos muy sensatos a la hora de vivir y por ello las consecuencias empiezan a caer una tras de otra en nuestro trasegar por la vida.

Si me porto mal con los demás, no puedo esperar amigos a granel, si me refugio en el esfuerzo ajeno, lo lógico es que cuando me toque asumir mi propio esfuerzo no sepa hacer nada de nada, si la cadena de favores termina  siempre en mí, las personas van a cansarse de ayudarme y me van a dejar solo con mis subsiguientes dificultades.

Es cierto que en nuestra juventud inmadura podemos ser insensatos, pero ya en nuestra madurez, no podemos seguir permitiéndonos esta falta de juicio a la hora de ver la realidad con la que cotidianamente nos estamos enfrentando. 


Edgar 47


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