Con
el siguiente ejercicio podrías ver, qué tan generoso puedes llegar a ser:
Piensa
en una obra social y atribúyele una cantidad de recursos económicos que podrías
entregar de tu bolsillo. Entre más dinero tengas, asígnale más, podrás empezar
a ver, porqué a los ricos les es más difícil ser generosos, ya que entre más se
tiene, de más cantidad de dinero debemos desprendernos, para entrar en el grupo
de personas generosas.
Ahora
piensa que tan solo es un ejercicio mental, y aun así puedes llegar a presentar
cierta aversión a la posibilidad, sin aun volverse un hecho concreto. Si tan solo de pensarlo podemos retenernos a
llevarlo a cabo, mucho más a la hora de convertirlo en una realidad.
Y
no se trata solo de dinero, también se puede ayudar a la comunidad con trabajo
sin contraprestación alguna, con el préstamo de recursos materiales sin pago
por su utilización.
El
límite a la hora de ser generoso, lo coloca nuestra percepción de la vida.
Entre más egoístas y menos espirituales, somos seres menos generosos y entre
más altruistas y una visión más espiritual de la vida que llevemos, seremos más
generosos hacia nuestros congéneres, hacia los animales y todo ser viviente con
el que nos crucemos en alguna parte del camino que transitemos en la vida.
La
particular visión sobre el objetivo de la vida y el porqué de nuestra
existencia, desbalanceara hacia cualquiera de los dos lados, la balanza que
sopesa nuestras virtudes y nuestros defectos.
Ragde 47
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