Algunos
miden el éxito en propiedades, títulos, notoriedad dentro de una sociedad,
resultados económicos magnificentes. Y entra uno a observar y analizar y muchos
de quienes ostentan dicho sobresaliente social, están entre los más
despreciados por parte de esa sociedad, sino odiados.
¿Es
ese el éxito?
Destacar
para hacerse odiar, para recibir maledicencias de aquellos que consideran que
aquél que está en la cima es el causante de alguna de sus desgracias en éste
mundo.
Para
otros (me incluyo) el éxito es una precepción personal, que se acerca a la
particular manera en que se entiende el Amor y la manera diaria en que se va acercando
a él.
Que
tan amorosos estamos frente a los demás, al mundo que habitamos, a la vida que
llevamos…
Se
siente amor hacia el asesino, el ladrón, la prostituta, el violador, aquél ser
humano que falto de amor desde su niñez, no sabe y no reconoce lo que es amar,
y en ese afán por también destacar y no dejarse ganar de la vida y de el
propósito de tener, ser reconocido, sucumbió a la mala cara de la vida.
No
es fácil tener éxito de éste lado de la vida, porque no es un Dios juzgador el
que lleva cuentas, es uno quien debe y sabe qué tan amoroso es realmente, y
mientras no aprenda a amar a todos, sin juicios, ni perjuicios, seguirá sin
encontrar y ver el éxito de sus propósitos más ambiciosos…
Ragde
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