En el colegio, en aquel lugar de estudio donde se supone
está la fuente del saber de aquellos seres que apenas comienzan una vida
social, debería impartirse una clase sobre la administración eficiente de los
recursos personales.
Muchos adultos pasan necesidades, por no saber llevar las
cuentas en el hogar, por no tener inculcado desde la pequeña infancia este
hábito. El control se les sale de las manos, apenas se estrellan con la maraña
entretejida de quienes promocionan productos (muchas veces innecesarios),
contribuyendo a que un problema minúsculo, se convierta en un problema mayor,
con el constante endeudamiento desmesurado.
Si a un estudiante se le preguntase a cuanto corresponde
sus gastos mensuales, probablemente no lo sepa, y si se atreve a dar una cifra,
lo hará de manera aproximada, ya que él no ve la necesidad de saberlo.
Cuando éste estudiante se hace adulto, llega a un mercado
laboral cuyo sueldo está sometido al constante desembolso hacia necesidades,
que de no llevarse presentes, pueden ser el nudo que poco a poco le va
ahorcando hasta dejarle en la quiebra.
Aquí tenemos el último celular, cuyos compradores llegan
extasiados a comprar porque no solo sirve para llamar, sino que además, sirve
para llamar la atención, ser el centro del universo, conseguir destacar dentro
de una sociedad consumista. Pero ojo, está contraindicado para personas que no
tienen las cuentas claras, es costoso, y su valor puede superar el salario mensual
al que estás sometido por voluntad propia.
Y cuando las apariencias hay que guardar, llegan los préstamos, ojalá a largo plazo,
igual al final el desastre va a llegar, con una ventaja para el prestamista,
nadie va a poder reclamar, todo está dentro de la ley vigente. Y mucho trabajador,
seguirá viviendo el presente, a sabiendas que el futuro se ve oscuro y nefasto
si las entradas mensuales empiezan a menguar.
Empiezan a gastar lo que aún no han ganado, y eso es
relativo a tener una estabilidad laboral, una salud formidable y una relación
de familia cooperativa. Apenas haya un desajuste en la vida del endeudado,
empieza la rueda a fallar y todo va a dar al traste, porque vivíamos con lo
ajeno y pagar deudas con el sector financiero, equivale al acabose de la estabilidad
económica.
Adiós carros, no los volveré a ver, adiós trabajo, mis
preocupaciones no me dejan concentrar, adiós familia, mis bolsillos están
vacíos y lastimosamente el aire es gratis pero ese no llena.
El mundo te puede vender mil y mil cosas, pero debes
tener presente tu cúmulo de gastos básicos, comida, vestimenta, techo, estudio
de los hijos. A partir de allí, puedes destinar algo de dinero a ciertos
placeres, siempre teniendo un colchón financiero para cualquier imprevisto.
Ya luego vas a poder empezar a pensar en casa propia, en
estudios universitarios, en sueños válidos que requieren un constante empeño,
para así poder hacerlos realidad.
Cuando esa ida a discoteca no sucede, cuando la salida a
comer a un buen restaurante no se da, cuando al concierto de moda no se asiste,
ahí en ese momento estás pensando en grande con acciones pequeñas. Tal vez te
hagan ver como tacaño, tal vez te sientas agredido, pero si vez que los demás
van al precipicio financiero, no hay razón para seguir el mismo camino, es
necesario emprender uno diferente…
Ragde47
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