Con tanto conocimiento adquirido, empiezo a desconocer
sabores, olores, nombres, apellidos, lo realmente importante dentro del
conjunto de sucesos y absorciones que se consiguen en el día a día.
Ese encuentro primario con las cosas nuevas, que te
permite apreciar cada detalle, recordar apartes importantes de la vida, se han
ido perdiendo, ya sea por vejez, por descuido, por distracciones, por
despreocupación, por el cúmulo de ideas, de la cantidad de conocimiento.
El hecho es que mientras un niño percibió la diferencia
entre un chocolate “normal” y uno con un aditamento como lo es el limón, yo que
lo había preparado, me olvidé de su existencia, no noté la diferencia hasta que
él lo detalló con su particular visión de la vida, ese pequeño explorador si
percibió la diferencia.
Tal vez con tanto conocimiento terminamos desconociendo
ese continuo sabor que deja el descubrir, nos convertimos en sabedores sin
saber, aniquilamos los sensores de la vida, gracias a un continuo percibir de
lo mismo, dejamos perder la alegría de la novedad con la desazón del ya lo sé…
Ragde47
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