Yo podría considerarla como ciertos acontecimientos de
la vida donde sin el mayor esfuerzo, tal vez sin merecimientos o con ellos, se
reciben cosas valiosas para la vida que llevamos. Claro está hablando de la
positiva.
En el caso de la mala suerte, sería la frecuencia con
que nos enfrentamos a realidades adversas.
Pero no necesariamente la buena suerte o la mala
suerte conducen a una vida llena de felicidad o de dificultades. Podría suceder
como hoy lo veo, que la mala suerte se involucre en nuestra vida para
enseñarnos a valorar ciertas cosas que antes no veíamos por andar contentos con
lo que teníamos.
De manera similar, la buena suerte podría conducirnos a no hacer
mucho por nosotros y dejar todo en manos de otros, gracias a la facilidad de
una vida holgazana pagada si el menor esfuerzo, con apego a esa supuesta buena
suerte.
El esfuerzo con que hagamos todo, evitaría tener que
recurrir a la suerte, la mentalidad sensata de hombres que no viven de las
apuestas, sino que con trabajo y esfuerzo fuerzan a la vida para que entregue
lo merecido.
La suerte sigue siendo el pensamiento del hombre
dispuesto a jugarse el todo por el todo porque está inconforme con la vida que
se lleva y se sueña con mejores cosas si esa suerte llega a tocar a la puerta,
en otras palabras el inconforme cree en la suerte, el conforme cree en
acontecimientos circunstanciales normales…
Ragde 47
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