Al ser humano hay muchas cosas que le pueden llegar a
indignar, siempre y cuando se enteré. El mundo es demasiado grande, por lo
mismo, muchas cosas indignantes, no llegan a saberse y ese es lo normal dentro del amplio espectro del
desarrollo de la naturaleza.
La muerte que sigue a la vida y la vida que sigue a la
muerte, sin importar la trágica vida o la trágica muerte, de un animal, de un
ser viviente o de una persona.
Nuestro mundo puede parecernos grandioso, digno de
contarse, pero solo será historia cuando ya no seamos aquí, cuando nuestro bien
o nuestro mal hayan dejado de ser, cuando la vida haya llegado a su final en
este mundo que continuará trascurriendo aún sin cualquier ser que lo haya
habitado.
Y por ello grandes tragedias sabidas, serán solo un
recuerdo lejano para futuras generaciones, otras serán sabidas por generaciones
futuras porque las presentes no las llegaron a saber.
Y si uno amplía su pensamiento, no hay gran cosa
porque indignarse aunque ahora así lo parezca, si no estamos capacitados para
desviar el normal desarrollo de los hechos, no vamos a cambiar el trecho por el
que la vida de los seres vivos se mueve.
La paloma que se ahoga hoy tratando de saciar su sed,
pudo ser la paloma que alguien envenenó en otro ahora, las dos muertes trágicas,
pero la una con intervención humana, la otra una historia de la que nadie se
enteró en este ahora. Las dos muertes no obedecen a un fallecimiento natural…
Ragde 47
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